Abordaje FormalPinturas de
varios formatos, la mayoría realizadas con acrílicos sobre banner. En los casos
donde varía el soporte, se evidencia el uso de cartón o mdf. En el caso de los
pigmentos se utilizan materiales como el óleo pastel, gouaches, pintura de
caucho, pintura en spray, en ocasiones suelen concurrir en una sola pieza.
El uso del color varía en cada pieza, pero es constante la búsqueda del contraste entre colores fríos y cálidos, opacos y vibrantes. En algunos se observa la ausencia del negro, en otros más bien es protagonista. Todo esto depende de la intencionalidad de cada pieza, Pinceladas toscas y gestuales, en muchos se observa la repetición de líneas como uso de patrones de textura en el pelaje del animal. Cuando se trabaja con el oleo pastel, este es aplicado directamente con la barra de oleo pastel como si este fuera un lápiz. Los fondos son llevados a cabo por medio de la superposición de planos de colores y texturas. Como mínimo se trata de dos capas de fondo antes de llevar a cabo la figura protagonista. Dependiendo del soporte, este aportará diferentes calidades de texturas a los fondos, los casos de aquellos trabajos sobre banner (material usado para imprimir pendones) dan fe de ello. Las imágenes representan distintos tipos de criaturas, en la mayoría de los casos son seres híbridos donde se evidencia un cuerpo antropomórfico y una cabeza de un ser que podría interpretarse como animal, en otros casos se trata de las figuras antropomórficas o zoomórficas por separado. Esta serie gira en torno a una alegoría sobre los demonios. Demonios entendidos como todos aquellos aspectos negativos que reconozco en mí ser y se ven representados a través de éstos seres y animales (lobo, cerdo, cabra, toro, entre otros) los cuales independientemente del hecho de que personalmente los asuma como representaciones de mis propios demonios, históricamente se evidencia como han sido usados previamente por diferentes culturas para representar precisamente lo demoníaco. |
Funciones Simbólicas y Funciones RepresentativasEn cuanto a las funciones representativas de este trabajo es preciso señalar la presencia del cuerpo humano, la cabeza de animal, y en algunos casos cuchillos o lanzas, los cuales parten de una realidad palpable y sin embargo conjugados entre ellos representan una realidad ficticia en la cual el protagonista visual es la imagen del híbrido.
A su vez, estos elementos se valen de la la función de la referencia, ya que emulan representaciones pictóricas que previamente hemos asimilado y reconocemos gracias a la herencia histórica del arte, donde diversos elementos existentes en la realidad unidos entre ellos pasan a ser representaciones de una realidad ficticia. La historia del arte no solo proporciona una herencia representativa para este trabajo, es también un punto de partida para la función simbólica que se pretende englobar con estas imágenes, estos seres llamados “demoníacos”, “monstruos”, “aberraciones”, etc. encierran en ellos las cargas simbólicas que giran en torno al concepto de icono, visto desde el punto de vista religioso, y por ende responden a todas las ramificaciones simbólicas del mismo: lo sagrado/lo profano, el mártir, la penitencia, paradójicamente, estos seres hacen referencia a los aspectos negativos del comportamiento humano y el camino de redención que se debe llevar en pro de alcanzar una paz interior. El enaltecimiento (dado el caso de que exista) de estos seres es cuestionable. Y pareciera que en ellos siempre se estuviera contenida la discusión filosófica interior entre la delgada línea que separa el reflejo de lo bueno, bello y verdadero (que es aquello que generalmente representan los santos) y lo viciado, errante y equivoco (que es aquello que encontramos referido en la mayoría de las representaciones del monstruo). La doble realidad ontológica. Componentes fenotextuales y genotextuales.
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Lo inconográfico y lo iconológico aplicado a la pieza "La Bestia"En lo que refiere al análisis pre-iconográfico de la pieza “La Bestia” se trata de un ser con cuerpo humano y cabeza de animal, que parece una mezcla entre canino y caprino (gracias a la presencia de cuernos), su piel es de color verde y el pelaje es azul oscuro. Su boca se encuentra abierta y deja salir su lengua además del mostrar sus dientes. En cuanto a la posición corporal, esta indica que es un ser cuadrúpedo y está en movimiento.
El fondo es una mezcla de colores y texturas, donde predomina el color amarillo y blanco, el cual fue extendido toscamente sobre el lienzo pero también posee puntos azules y amarillos que chorrean. Todo esto cubre pigmentos y manchas oscuras en el fondo de la imagen, dejando en evidencia un trabajo de “capas” de pinturas sobrepuestas. Iconográficamente esta representación tiene que ver con lo demoníaco. Desde la época griega, la palabra “Dáimon” es utilizada para describir a las divinidades primitivas, representadas como mitad bestias y mitad humanas, devoradores de los muertos. Por ejemplo: Los Dáimones fueron espíritus de la condición humana: las personificaciones de estados diversos de existencia, emociones, acciones y la moralidad. Los Dáimones de moralidad estaban divididos en Agathos (el Bien, las Virtudes) y Caco (el Mal, los Vicios). Por otra parte, este trabajo se apoya al mismo tiempo en las representaciones del cristianismo que hacen referencia al Diablo como la figuración en imagen y ser de la idea de todo aquello que se opone a las virtudes, a lo bueno, a Dios. “La Bestia” se vincula con estos temas gracias a las funciones representativas. Al unir el cuerpo humano con una cabeza animal (generalmente canina o caprina) la figura que resulta hace referencia directamente a las diversas tradiciones históricas en donde lo demoníaco es representado por medio de la figura del monstruo híbrido. La piel verde del personaje nos sugiere que estamos frente a un ente “no humano” incluso de apariencia putrefacta (por el color pálido, a veces de tonalidad verdosa de las personas al morir). Esta melanina verdosa también está asociada en nuestro imaginario colectivo con historias como la de Frankestein, el cual ha sido representado en diversas ocasiones visualmente con piel verde. Algunas brujas, que históricamente han sido asociadas directamente con cultos satánicos relaciones con demonios, también son representadas a menudo con piel verde. Su cabeza, aunque intuimos es de género animal, es difícil identificar con precisión, qué tipo de animal es. Aspecto que también hace referencia a la historia de la representación de los demonios, en donde muchas veces estos son representados como híbridos no solamente entre dos entes (generalmente humano y animal), sino también, como el resultado de una mezcla de múltiples seres vivos en un solo cuerpo (indiferentemente de la cantidad o de la naturaleza de los mismos), como por ejemplo, La tentación de San Antonio (c. 1475), de Martin Schongauer (1448-1491). Iconológicamente hablando, esta misma pieza, donde el protagonismo recae en un personaje central, es una representación de lo animal en el humano. La actitud que transmite hace referencia a lo instintivo, a lo primitivo, donde lo racional y civilizado queda anulado. Por ejemplo, la lengua afuera, el gesto corporal de avance, la mirada fija y el elemento de la cabeza animal, dan indicios de una carga sexual. Este ser posee cachos de toro, animal que simbólicamente está vinculado a la potencia sexual y la virilidad, al igual que pelaje de lobo, animal que refiere a connotaciones de macho alfa y fuertes impulsos sexuales. Todo esto da indicios a la relación antagónica entre la negación y el regocijo de la actividad sexual, como aspecto negativo. En vista de que los demonios son relacionados comúnmente con aspectos negativos. Por lo tanto se podría decir que es una representación demoníaca de estos impulsos humanos.
En cuanto al tratamiento pictórico del fondo, este permanece en un segundo plano como complemento visual de la pieza, de hecho, si este es separado del personaje, nos encontramos con una composición abstracta de colores y texturas. De alguna manera, esta falta de figuración en el fondo refiere a lo no tangible. Teniendo en cuenta que se trata de la traspolación de experiencias personales e internas a una composición en la cual se impone el personaje como protagonista, es decir, en él se engloba el conflicto o la resolución conceptual y por lo tanto es el demandante de atención, el fondo abstracto cumple la función de remitir a un ambiente no definido, como lo puede ser el inconsciente personal. En general se emplean aquellos recursos extraídos de los aspectos iconográficos para enlazar la idea del ser Demoníaco (junto a todo su arquetipo) con ciertos aspectos de mi ser y en algunos casos, vinculando este arquetipo con el arquetipo del Santo (se evidencia esta relación al usar en las pinturas elementos visuales como aureolas, alas, o signos de martirización, etc.) para así desarrollar una postura iconológica personal donde se propone una nueva interpretación, en la cual el demonio, pasa de ser un ser reprimido y apartado a uno enaltecido y alabado, por lo tanto aceptado. |